martes, 30 de diciembre de 2025

Aquel día en Tailandia, 2017

Hoy quiero contarles sobre cómo casi muero en alguna isla cerca de Tailandia, el Este de Phuket (la isla se llama Koh Khai Nok, acabo de investigar).


Creo prudente empezar la narrativa desde las circunstancias que nos llevaron a ir a dicha isla, para hacer esto más interesante (o hacerle más a la mamada, lo cuál será decisión del hipotético lector de estas letras).


En septiembre de 2017 llegamos a Phuket ya bastante cansados, era la última parte del viaje. Ese día estuvimos en la playa e investigando sobre los tours para, el día siguiente, visitar las islas Phi Phi. Logramos reservar uno sin tanto problema y todo iba en marcha.


El hotel donde estábamos (una maravilla por cierto), estaba un tanto alejado del centro de todo, vaya, tenías que salir en transporte para ir a cualquier lado. Así que, en la noche, mi carnal lanzó el comentario más inocente del mundo:

  • Vamos al centro wey, a cenar.
  • Si quiero, pero ya estamos muy jodidos y mañana tenemos que levantarnos temprano.
  • Tienes toda la razón, por eso vamos por algo “tranqui”


En este momento seguro quien lea esto pensará: ese algo “tranqui” quiere decir que valió madres todo. Y si, efectivamente así fue. Fuimos a cenar, claro, como era el objetivo. Pero también aprovechamos para ver la noche local. 


Phuket es famoso por sus bares, por la prostitución de chicas trans (kathoey), la fiesta, la destrucción del individuo. Si usted vio The Hangover 2 me entenderá perfecto. Así que visitamos algunos bares y decidimos quedarnos en uno donde una banda tocaba covers. Donde por cierto, me subí a cantar, bien culero, pero siempre con un chingo de actitud.


Después de deambular un poco y sufrir para pagar un Tuk Tuk porque ya no traíamos efectivo, regresamos al hotel y pues, siendo estúpidos como los somos , en lugar de dormir decidimos seguir la tertulia desde el balcón de mi habitación, el cual, por cierto, daba al mar abierto.


Quiero hacer aquí un paréntesis para recordar como, en esos momentos, en ese balcón, no pude evitar recordar que cerca de ahí fue el epicentro del tsunami que en 2004 se llevó a tanta gente. De esos momentos que hacen que te cuestiones tu existencia y agradezcas a la vida por el simple hecho de existir.


Al otro día, para el tour a la Islas Phi Phi, nos recogían a las 8:00 AM. No lo logramos. Evidentemente seguía dormido, no lograba levantarme (por mi mismo por lo menos) a pesar de los mejores esfuerzos de mi querido acompañante. Nos dejaron. Esos bastardos se fueron sin nosotros. 


¿Y qué más podíamos hacer? El desayuno estaba incluido así que, sin otra cosa que pensar en el momento sugerí que desayunáramos bien, en paz y con una puta cruda horrible y luego bajáramos a la playa a buscar otro tour.


Y eso fue lo que pasó, buscamos pero ya era imposible llegar a las islas Phi Phi a esas alturas, así que tuvimos que conformarnos con otra opción. Una ida larga, larga, y difícil (la resaca pues).


Al llegar a la isla, había una plataforma tipo muelle conformada a su vez por pequeños recuadros de plástico azul que flotaban como madera.


Al inspeccionar el lugar, la señorita que iba con nosotros, exclamó:

  • Les invito una bebida si brincan desde ahí.


No se diga más. Eso hicimos. Sin saber, ninguno de los tres, que la corriente que atravesaba por ahí salía hacia mar abierto. Al caer al aguaba sentía como el mar me jalaba. 


La corriente era contraria al lugar desde donde saltamos. Es decir, la fuerza era tal que irremediablemente te jalaba por debajo de la plataforma. En un principio, con esfuerzos, logramos sostenernos a dicha plataforma. Claro que estaba erosionada por el mar, por lo que en algún momento me corté la mano y me solté por reflejo. 


Ahí fue donde vino lo peor. Llevábamos chalecos salvavidas, así que, el agua me tenía atrapado debajo de la plataforma y el chaleco impedía que pudiera salir, además de que, como me impulsaba hacia arriba, hacía que chocará con la plataforma, lo cual hizo que terminara con más cortes en los brazos. No sé cuánto tiempo pasó, solo recuerdo pensar:

  • Calma, eres inteligente, tiene que haber una manera, no entres en pánico.


Así que vino a mi mente: la corriente jala hacia el otro lado. No puedo luchar con eso, así que lo voy a aprovechar. Nadé hacia abajo, con la intención de que la corriente y el chaleco me libraran del espacio donde estaba atrapado por debajo de la plataforma. Funcionó. El tema ahora era salir en el momento preciso donde pudiera tomarme de la plataforma sin que la corriente me secuestrara y me escupiera en algún lugar de Filipinas.


Obvio no lo logré, soy torpe físicamente. Hasta que un nativo nos vio y llegó a ayudarnos con, voy a suponer, algún tipo de remo, no recuerdo. Salí de ahí sangrando y pálido, y emputado, pero vivo. Mi salvador (después de todo el drama) nos dijo:

  • No vayan a nadar ahí no vayan a ser tan pendejos, se los va a llevar la corriente.


Demasiado tarde. Pero logramos superarlo. Imprudentemente, por desconocimiento, tuve una experiencia que hoy, cuando lo pienso, podría haber terminado de maneras muy diferentes y no tan felices.


Wey, en algún universo yo dejé de existir ahí, ¿qué pedo?


Al final no recuerdo si la señorita nos compró el trago, supongo que sí. Aunque yo hubiera preferido un bolillo.